La guerra de los bits

Derechos de autor en la era digital

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¿Descargas gratuitas? Eso no existe

Posted by Krigan en 20 abril 2009

Toda esta cuestión de los derechos de autor consiste simplemente en ver si se retribuye la realización de ciertas obras, y cómo se retribuye. No hay más. A la industria de contenidos le gusta hablar de “propiedad intelectual”, de que las obras culturales tienen propietario, y de que no se puede hacer nada con la obra sin permiso del autor. Esto nunca ha sido así, siempre ha habido numerosos actos que se pueden llevar a cabo con la obra sin permiso del autor.

Si han expirado los derechos, podemos hacer lo que queramos con la obra. Asimismo, las bibliotecas siempre han tenido el derecho legal de ofrecer públicamente los libros para su lectura, e incluso prestarlos para que la gente los lea en casa. De la misma manera, los particulares siempre hemos podido prestar e incluso revender cualquier libro, disco de música o copia de película que hayamos adquirido previamente.

Más aún, los derechos de autor nunca han cubierto el acto de leer el libro, ver la peli u oír la canción, lo cual marca una muy notable diferencia con el derecho de propiedad. No podemos conducir un coche que no es nuestro, pero siempre ha sido legal ver una peli que no es nuestra.

Los derechos de autor tienen que ver con cosas tales como copiar la obra o exhibirla ante un público. No podemos proyectar la peli en un cine sin permiso del autor, ni emitirla por televisión, pero sí podemos ver la peli y disfrutar de ella, sin necesidad de ningún permiso.

También ha sido siempre legal copiar la obra en ciertos casos. Estos casos varían de un país a otro (aquí la copia privada, en Estados Unidos el fair use), pero en todos los países del mundo es legal grabar una peli de la tele o una canción de la radio. Incluso para los programas de ordenador existe el derecho a las copias de seguridad. Igualmente legal ha sido siempre exhibir la obra en ciertos casos. En mi casa puedo invitar a quien quiera a ver una peli o a escuchar música. Todas estas actividades y algunas más se pueden hacer sin permiso del autor.

De hecho, son precisamente estas actividades, hechas legalmente sin permiso del autor, las que constituyen hoy día la norma, no la excepción, gracias al avance tecnológico de las últimas décadas. Hoy día, la mayor parte de las copias que se hacen de películas y canciones (y pronto pasará lo mismo con los libros conforme se vayan extendiendo los lectores de tinta electrónica) son copias hechas para uso privado del copista, copias privadas perfectamente legales. Y la mayor parte de las exhibiciones de películas que se hacen actualmente ya no son proyecciones en salas de cine ni emisiones por televisión, sino que consisten en un particular poniendo una peli (a menudo una copia privada) en su reproductor de vídeo doméstico para verla con su familia y con sus amigos.

Una vez que nos olvidamos de las veleidades «propietarias-intelectuales» de la industria, ya tenemos centrada la cuestión: todo consiste en mirar si se retribuye a los autores, y cómo se les retribuye. Ahora bien, ¿quiénes son los autores? Hoy día tienen derechos de autor un enorme montón de personas que no son autores: actores, cantantes, traductores y, sobre todo, herederos de los anteriores y accionistas de empresas de contenidos.

Empecemos a quitar la morralla. A un actor, cantante, o cualquier otra clase de intérprete se le paga por su trabajo. Ni es autor ni necesita tener derechos de autor. Estos no se inventaron para que a los cantantes se les pagara por cantar ni a los actores por actuar (ya se les pagaba), sino para que a un escritor se le pagara por escribir, y a un compositor por componer.

Otro tanto cabe decir de los traductores. Si un editor quiere sacar una traducción al castellano, aunque los traductores no tuvieran derechos de autor, no le iba a quedar otra que pagar al traductor por su trabajo, lo mismo que al fontanero, y la obra ya está protegida de todas formas (por el derecho del escritor), así que carece de sentido darle derechos de autor a quien no lo es.

En cuanto a los herederos, ¿por qué alimentar parásitos? Recuérdese que estamos hablando de retribuir a los autores, no a los hijos, nietos, y bisnietos de los autores. También están los accionistas. Que se puedan transferir los derechos de autor en exclusiva ha demostrado ser una mala idea, se ha creado una casta de empresas que pretenden ejercer un control despótico sobre el patrimonio cultural de la Humanidad. Si un escritor quiere recibir un euro por libro vendido, ¿es necesario que lo reciba de un único editor? El editor dirá que sí, e impondrá su voluntad al escritor, por el simple hecho de ser más poderoso, pero se supone que vivimos en un sistema de libre mercado, y que las empresas (editoriales incluidas) están para competir entre sí, no para enriquecerse a base de monopolios sobre las obras.

Una vez eliminada la morralla, tenemos a los autores: directores de cine y guionistas, escritores, compositores, etc. Es justo darles una vía de ingresos por su trabajo pero, ¿el sistema actual es justo? No. Para beneficio de ciertas empresas, que son las verdaderas propietarias de los derechos, tales derechos de autor han sido extendidos con el tiempo mucho más allá de lo razonable.

La duración, por ejemplo. Para la gran mayoría de las obras la gran mayoría de los ingresos se obtienen en los muy primeros años desde la primera publicación. Es absurdo que los derechos de autor duren durante toda la vida de este y otros 70 años después de su muerte, cuando resulta que los autores obtendrían prácticamente los mismos ingresos que ahora con una duración de sólo 5 años desde la primera publicación. ¿Por qué la sociedad ha de sufrir una carga que va mucho más allá de lo necesario para retribuir a los autores?

También están los derechos sobre obras derivadas. Lo siento, pero no soy capaz de comprender porqué J. K. Rowling ha de recibir ni un penique de las pelis de Harry Potter. Ella no ha hecho esas pelis. Que se la pague por sus libros me parece correcto, que se la pague por unas pelis que no ha hecho ya no me lo parece tanto. ¿Qué queremos tener? ¿Cultura o franquicias?

Y, por supuesto, está el canon. También es una manera de retribuir a los autores, y estos recibirían más dinero si eliminásemos a la morralla ya mencionada, que se llevan una buena porción del mismo. Personalmente yo soy contrario al canon, me parece que hay otras maneras mucho mejores de retribuir a los autores, pero a día de hoy sigue existiendo, tanto en España como en otros muchos países. En estos países no existen las descargas gratuitas de pelis, canciones, o libros, ya se cobra canon por esas copias privadas. Es importante, así que repitan conmigo: yo no me he bajado nunca gratis una película ni canción, ya he pagado por ellas.

Asistimos a una creciente criminalización de las descargas, incluso pretendiendo vulnerar derechos constitucionales como la presunción de inocencia, en beneficio de unos pocos, en perjuicio de una gran mayoría, en defensa de un sistema obsoleto del cual los autores a menudo no reciben ni un céntimo, y en otros muchos casos reciben sólo una miseria. ¿Cuál es la excusa? Que no pagamos a los autores. Solo que no es cierto. Cuando quiten el canon, si es que alguna vez lo quitan, podrán decir que hay casos en los que no pagamos a los autores. A día de hoy, salvo en el caso del soft, las descargas gratuitas no existen en España.

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