Verdaderamente resulta difícil encontrar motivos para desear que las discográficas sigan existiendo. Por un disco que a nosotros nos cobran a 20 euros el artista sólo recibe 60 céntimos, y eso cuando recibe algo, pues de esos 60 céntimos la discográfica le descuenta gastos varios, y a menudo no sólo el artista no recibe nada, sino que le acaba debiendo dinero a la discográfica.
Vale, de acuerdo, el CD avanza hacia la extinción a marchas forzadas. En los últimos 4 años las ventas de CDs se han desplomado, son ahora sólo un tercio de lo que eran, y continúan cayendo en picado. En consecuencia el CD es el pasado. El futuro de la música, según las discográficas, son las webs de descargas de pago como iTunes.
Sin embargo, en iTunes y similares nos encontramos con el mismo cachondeo. Por una canción te cobran en iTunes 99 centavos de dólar, pero el artista sólo recibe 4,5 centavos. La mayor parte del resto se lo queda la discográfica.
Imagina que te has bajado 10.000 canciones del p2p, y que hubieras comprado mil de esas canciones en iTunes de no existir el p2p. Estas canciones a ti te hubieran costado casi mil dólares (unos 750 euros). Sin embargo, lo que hubieran recibido los artistas es muy diferente. A 4,5 centavos por canción serían 45 dólares, unos 33 euros, a repartir entre todos los artistas que hicieron esas mil canciones.
Conclusión: comprar una canción para retribuir al artista es tirar el dinero. Mejor si vas al concierto. Ahora bien, como la venta de copias está bajando, y los ingresos por conciertos están subiendo, las discográficas han encontrado la solución perfecta a sus problemas: empezar a cobrarle al artista por los conciertos.
Alegan las discográficas que la venta de discos hace que aumente la asistencia a los conciertos, por lo que es justo, según ellas, que se queden con una parte del dinero de las entradas. Pero, ¿esto es cierto? ¿La venta de (cada vez menos) discos incrementa la venta de entradas?
Hace años era así. El disco y la radio eran los mecanismos más importantes a través de los cuales el público conocía a los artistas. Pero esto se acabó, en la actualidad casi todas las copias de canciones que tienen los aficionados a la música no son discos ni tampoco canciones grabadas de la radio, sino canciones bajadas del p2p y otros sistemas de intercambio de ficheros. Es más, los menguantes discos que se venden suelen ser comprados por internautas que previamente se habían bajado las canciones del p2p.
Por tanto, el artista que firma uno de esos nuevos contratos le está regalando el dinero a la discográfica. El disco ya no hace que te conozca más gente, el disco ya no le sirve de nada al artista. Antes las discográficas eran, según afirmó uno de sus directivos, un mal necesario. Ahora son sólo un mal. Y por esto cada vez más artistas se niegan a firmar con una discográfica.